Capitulo 2 - El hospital
Al
llegar al hospital mi mundo entra en tensión total, todos corren y se agitan
mientras te llevan a la Unidad de Cuidados Intensivos, me piden que me quede
fuera, yo no quiero que me separen de ti, lo único que puedo pensar es que
cuando me alejen de ti, todo terminará. Como aquella vez en que te fui
empujando de mi vida y estuve a punto de perderte, en el preciso momento en el
que mas te amaba, en el preciso momento en que mi vida perdía su rumbo, ese
momento al que no quiero regresar.
Al
principio hago caso omiso a las peticiones de las enfermeras de quedarme atrás,
que los deje llevarte lejos de mi, no lo puedo aceptar, sin embargo, algo
dentro de mi me dice que es mejor que los deje tratar de averiguar como ayudarte.
Me alejo de esta escena y me dirijo a la sala de espera. Esta vez los recuerdos
me inundan el corazón y se apelmazan en mi mente, todos queriendo surgir al
mismo tiempo, sin un orden especifico. Respiro lentamente mientras llevo mis
manos a mis ojos para limpiar mis lagrimas y después las acuno frente a mi
nariz y dejo salir un suspiro lento que provoca que mis lagrimas continúen rodando por mis mejillas.
Mis
pensamientos se centran en la escena más esperada como clausura en la mayoría de
las relaciones qué, en nuestro caso, fue la que dio pie a esta relación, que
comenzó siendo completamente irracional y extraña. Quedo
sentada frente a una vitrina en la que puedo ver mi reflejo, la desesperación
se adueña de mi. No se que pasará y es algo que no puedo tolerar, me siento
fuera de control, no puedo hacer nada en este momento, y peor aun, algo me dice
que aquí todo ha terminado, que nunca más volveré a besar tus labios.
¡Maldición! Como quisiera que nada de esto hubiera pasado. Ojala y todo esto
fuera solo un sueño, así podría despertarme sabiendo que puedo estar una vez
más a tu lado, acariciando tu pecho después de hacer el amor, completamente
segura de que no hay un mejor momento que el de estar en cama contigo, abrazados y
escuchando tu respiración. Al ver mi rostro en el reflejo, llega a mi cabeza la
imagen de aquella vez en el campamento, cuando mi rostro se reflejaba en el
agua mientras que tu veías a nuestro alrededor buscando poder decidirte por
algo que admirar que pudiera proyectar todo lo que tú eres. Como siempre tu
falta de decisión te atrapa dentro de ti mismo y te pones como loco al no poder
elegir un solo elemento, una sonrisa ilumina mi rostro por un segundo, el
resplandor interrumpe mi recuerdo y me regresa a la sala de espera.
A mi
al rededor mucha gente ésta envuelta en una atmósfera de tristeza,
desesperación y angustia, pensando en cuanto tiempo mas estarán ahí atrapados mortificándose por la salud de los suyos. Yo no quiero hundirme en esa atmósfera, no creo que pueda salir de ella si me atrapara. Después de unos
minutos de estar ausente en mis pensamientos y la sala de espera, regreso como
de golpe a la realidad, mi mente se encontraba en blanco procurando alejarse de
todos los sentimientos que me rodean, comienzo a sentir el peso de la atmósfera sobre mi espalda, el peso es increíble, hace que mi espalada comience a
doblarse y sentir un hormigueo que me llega a la punta de la espina dorsal. Esa
sensación insoportable me recorre todo el cuerpo y siento como va penetrando mi
piel poco a poco, llegando hasta la punta de mis dedos incluso puedo sentir
como me recorre las hebras de mi cabello llegando hasta la punta.
Mi mente, sumida dentro de la desesperación y el ambiente tan tenso y pesado, se escapa una vez más de todo y te proyecta, parado frente a mi, vestido completamente de blanco, diciéndome todo lo que te gustaba de estar conmigo, y que estabas feliz de haberme conocido.
Recorro cada esquina de mi mente, recordando cada rasgo de tu rostro, cada centímetro de tu cuerpo, cada cicatriz, cada lunar; leyendo con mis labios los caminos de tu piel. Sujetando con fuerza mis lagrimas para que no comiencen a caer de nuevo. Respiro, tomo aliento y dejo salir un leve "te quiero".
Mi mente, sumida dentro de la desesperación y el ambiente tan tenso y pesado, se escapa una vez más de todo y te proyecta, parado frente a mi, vestido completamente de blanco, diciéndome todo lo que te gustaba de estar conmigo, y que estabas feliz de haberme conocido.
Recorro cada esquina de mi mente, recordando cada rasgo de tu rostro, cada centímetro de tu cuerpo, cada cicatriz, cada lunar; leyendo con mis labios los caminos de tu piel. Sujetando con fuerza mis lagrimas para que no comiencen a caer de nuevo. Respiro, tomo aliento y dejo salir un leve "te quiero".